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Italia 2023

  • Foto del escritor: David Dopereiro
    David Dopereiro
  • 15 ago 2023
  • 9 Min. de lectura

Actualizado: 20 ago 2024

En julio de 2023, un grupo de valientes herpetólogos decide aventurarse a las tierras inhóspitas del norte de Italia. La expedición, liderada por el reconocido biólogo de la Xunta Rafael Vázquez, tiene como objetivo caracterizar la comunidad de reptiles y anfibios en el norte del país.


El resto de integrantes de la expedición lo constituyeron un grupo heterogéneo y multidisciplinar de becarios: Susana Fraga (la becaria pinche), mano derecha del comandante de la expedición, técnica de distracción pegatinera y líder del equipo de espeleología kárstica; Vania Herráez (la becaria aye-aye), responsable del abastecimiento de café y experta en la captura de fauna silvestre mediante el método “dedis agilis”; y finalmente, un servidor (el becario asesino), representante sindical de la expedición y sumo maestro del lazo lagartijero.


Realizadas las debidas presentaciones, comenzamos la aventura.



18 de julio

Este día nos reunimos en el aeropuerto de A Coruña y volamos directos con destino a Milán, dónde llegaríamos a medio día con una temperatura de 36ºC. Después de coger el coche de alquiler (y de que Rafa casi nos matase un par de veces) nos dirigimos a nuestro primer destino de bicheo, un humedal en el borde del Río Tesino, al sur de Milán.


Al llegar al sitio, rápidamente vimos nuestras primeras especies del viaje, varios ejemplares de rana verde centroeuropea (Pelophylax lessonae), lagartija roquera (Podarcis muralis) y mosquito masacra guiris (Aedes mataguiriensis). Esta última especie, fue la que observamos claramente en mayor abundancia. Era fascinante como los locales estaban en bañador disfrutando del día, mientras nosotros luchábamos por sobrevivir.


Después nos dirigimos más al sur, con el objetivo de llegar al área de distribución de la salamandra de anteojos del norte (Salamandrina perspicillata), uno de los anfibios que más ganas teníamos de ver del viaje. Llegamos por la noche al Parque Regional Natural de Antola, donde estuvimos buscando varias horas. Parecía muy buen hábitat para la especie, aunque sabíamos que era difícil por el momento del año en el que estábamos. No tuvimos suerte con la Salamandrina, pero sí con las serpientes, porque en ese mismo punto pudimos observar las tres especies de culebras de agua que hay en la región (Natrix helvetica, Natrix tesellata y Natrix maura).


Se nos hacía tarde, pero queríamos aprovechar esta misma noche para buscar una especie de gecko endémica del Mediterráneo centro-occidental, el gecko de dedos de hoja (Euleptes europaea). Nos dirigimos hacia Génova y estuvimos buscando por unas ruinas, donde encontramos salamanquesa común (Tarentola mauritanica), salamanquesa rosada (Hemidactylus turcicus) y sapo común (Bufo bufo).


En este punto de la noche nos duraba bastante la motivación, así que decidimos aprovechar para ir a visitar algunas cuevas con el objetivo de ver las salamandras cavernícolas. En Italia peninsular existen tres especies de salamandras cavernícolas (género Speleomantes), los únicos representantes de la familia Plethodontidae en Europa, y nosotros queríamos verlas todas. Nos adentramos en la primera cueva y rápidamente pudimos observar más de una decena de ejemplares de Speleomantes strinatti. Adentrarse en las cuevas es muy divertido, y poder observar unos animales tan especiales lo convirtió en un momento mágico.


A la salida de la cueva, un grupo de lirones grises (Glis glis) pusieron la guinda del pastel a uno de los momentos TOP del viaje. Con las pilas recargadas, decidimos conducir 300 km para continuar buscando estas salamandras.



19 de julio

Amanecemos en la carretera, 10 km al norte de La Spezia y cambiamos de “vehículo” para adentrarnos en las profundidades de la siguiente cueva. En esta ocasión mucho más espaciosa, pero con los mismos buenos resultados. Pudimos disfrutar de una gran cantidad de salamandras cavernícolas de Ambrosi (Speleomantes ambrosii).


Continuamos más hacia el sur, hacia unas antiguas minas de hierro a las afueras de Camaiore. En estas minas habita la última de las especies de salamandra cavernícola que queríamos ver, la salamandra cavernícola italiana (Speleomantes italicus). Encontrar la gruta fue algo más complicado, pero en cuanto dimos con ella rápidamente vimos muchos ejemplares. De camino a las minas pudimos disfrutar de nuestras primeras ranas de arroyo italianas (Rana italica), varios sapos, ranas verdes y las primeras larvas de salamandra común (Salamandra salamandra gigliolli).


En este punto ya nos tocaba cambiar de rumbo hacia el norte para comenzar la aventura por los Alpes. Llegamos a las montañas al anochecer, y justo al bajar del coche ya pudimos observar luciones italianos (Anguis veronensis) y ranas bermejas (Rana temporaria). Queríamos pasar la noche buscando salamandras alpinas (Salamandra atra) en un valle fluvial rodeado de abetos (Abies alba) a 1500 msnm. La idea era buena, pero el tiempo no quiso acompañar, algo que se volvió recurrente en el resto de noches que buscamos anfibios.


En el paseo nocturno no pudimos observar la salamandra alpina, pero sí varias lagartijas roqueras, luciones y una preciosa culebra lisa europea (Coronella austriaca).



20 de julio

La mañana siguiente comenzó con un buen café, algo imperante para algunos integrantes de la expedición. Después de coger fuerzas, subimos a las montañas y nos pusimos a buscar víboras en los pastizales alpinos de las cercanías de Fraccia. Las vistas eran espectaculares y enseguida vimos nuestra primera víbora común europea (Vipera berus). También pudimos observar varios ejemplares de lagartija de Carniola (Zootoca carniolica), pero no pudimos fotografiarlas.


Enseguida empezó a calentar, así que buscamos una localización más umbría y nos dirigimos al Bosque Bagni di Masino, situado en un valle encajonado entre montañas que llegan a los 3.000 msnm. De camino, paramos en un par de zonas donde pudimos observar una hembra de lagarto verde (Lacerta bilineata) y una culebra verdiamarilla (Hierophis viridiflavus carbonarius).


Al llegar a Bagni di Masino nos quedamos maravillados con el lugar y las increíbles vistas de los macizos montañosos. Pero más increíble fue ver dos ejemplares de culebra de esculapio (Zamenis longissimus), una de ellas cruzando el sendero por delante de nuestras narices. Cada observación de esta especie vale oro, por lo que lo disfrutamos mucho.


Al anochecer nos dirigimos a la reserva natural de Lago di Loppio con el objetivo de observar algunas especies de anfibios. El humedal estaba completamente seco, pero había unas pequeñas charcas artificiales que retenían agua, donde pudimos observar varios ejemplares de sapo de vientre amarillo (Bombina variegata), algunos de ellos en amplexo. Ya cuando nos dirigíamos a un sitio donde dormir, un cartel en la carretera llamó nuestra atención. Se trataba del bar Bufo, donde por supuesto bajamos a buscar si había Bufos y efectivamente, el bar hacía honor a su nombre.



21 de julio

Amanecimos en las cercanías del Monte Bondone, donde pretendíamos hacer una ruta de montaña para buscar víbora áspid. A media mañana iba a caer un chaparrón, por lo que teníamos poco tiempo para buscar. Nos pusimos las pilas y al poco de empezar la ruta encontramos dos ejemplares (Vipera aspis francisciredi). A la media hora ya estaba granizando, por lo que tuvimos suerte con el tiempo.


Aprovechamos las lluvias torrenciales para ir a un supermercado y que Rafa pudiese satisfacer su ansia de pegatinas de la fruta, pero otra sorpresa nos aguardaba. Y es que, tras mucho intentarlo, Vania y Susana encontraron sus preciados cafés preparados. Parece que este supermercado era el único de Italia que los vendía. Fue un momento mágico…


Aprovechamos lo que quedaba de tarde para desplazarnos hacia el este. Paramos en un bosque de coníferas super húmedo que tenía muy buena pinta para salamandra alpina. Nos pusimos a levantar troncos y parecía que en cualquier momento aparecería una, pero no tuvimos suerte. Más tarde en un par de charcas veríamos varios ejemplares de tritón alpino (Ichthyosaura alpestris alpestris).



22 de julio

Pasamos una noche bastante fría y Rafa se levantó muy fastidiado de la espalda (justo había roto antes del viaje y todavía no estaba recuperado). Los ánimos estaban un poco decaídos, pero nos dirigimos hacia el siguiente punto, una localización donde buscar la lagartija de Horvath.


Empezamos encontrando lagartijas roqueras, pero al cabo de un rato ya habíamos encontrado nuestras queridas Iberolacerta horvathi. Como buen amante de las lagartijas, Raffaello empezó a recuperar el ánimo y su espalda adquirió la fuerza de antaño. Fue en este momento cuando Susana y Vania descubrieron el antiguo arte del lazo lagartijero, práctica milenaria transmitida a lo largo de numerosas generaciones de herpetólogos. Por supuesto, a los diez minutos ya estaban buscando como comprar uno por amazon... jaja


Nos desplazamos unos pocos kilómetros para bichear en las cercanías del Monte Toc. Encontramos una ladera con un hábitat estupendo para reptiles, así que nos pusimos a buscar. El sitio fue espectacular, ya que encontramos varias víboras cornudas (Vipera ammodytes), culebra de esculapio, verdiamarilla, lisa europea, lución, lagartija roquera y lagarto verde. ¡Increíble!


En este momento ya habíamos cumplido los objetivos del día, así que aprovechamos que iba a caer otro chaparrón para hacer carretera hasta la siguiente localización, casi en la frontera con Eslovenia. A medida que nos acercábamos a nuestro destino, enseguida notamos una mayor influencia del Mar Adriático, acompañado de un cambio en el paisaje, donde el relieve kárstico adquiría mayor protagonismo. Por supuesto, este era el hábitat de nuestras siguientes especies objetivo, la lagartija de pared dálmata (Podarcis melisellensis) y el algyroides dálmata (Algyroides nigropunctatus).


Esta misma tarde nos dirigimos a la Reserva Natural Lago de Doberdò y Pietrarossa, donde encontramos unos antiguos búnkeres que actuaban como efectos trampa. En ellos rescatamos varios sapos comunes y un par de ejemplares de rana ágil italiana (Rana latastei), las primeras del viaje. En esta misma zona encontramos culebra de collar (Natrix natrix) y los primeros algyroides dálmatas (Algyroides nigropunctatus).



23 de julio

A la mañana siguiente nos dirigimos a las afueras de Trieste, donde encontramos las lagartijas de pared dálmata sin mucho esfuerzo. Lo realmente complicado vino después, cuando nos desplazamos a otra localización para buscar más algyroides. Resulta que a los Algyroides nigropunctatus les encantan las paredes verticales y son bastante desconfiados al lazo lagartijero, por lo que coger uno fue una auténtica odisea. Finalmente, en esta zona pudimos observar culebra verdiamarilla, salamanquesas comunes, lagartijas roqueras, algyroides y las primeras lagartijas de pared italianas (Podarcis sicula). Casi nos vamos de Italia sin verlas…


El resto del día lo dedicamos a conducir en dirección oeste, queríamos volver al área de distribución de la Salamandrina para intentarlo una última vez. Por la noche llegamos a unos valles próximos al Monte Lesima, donde recorrimos varios arroyos sin mucho éxito, sólo vimos larvas de salamandra común.



24 de julio

Amaneció lloviendo, para no variar con nuestra suerte. Dedicamos toda la mañana a recorrer arroyos dentro de la distribución de la Salamandrina. Lo pasamos bastante bien y pudimos disfrutar de varias especies, entre ellas la rana de arroyo italiana, culebras viperina, lagartos verdes, lagartijas roqueras y una víbora áspid. Pero ni rastro de las Salamandrinas…

Por la tarde emprendimos viaje rumbo a Milán. Esta noche habíamos reservado un hotel a las afueras del aeropuerto en un pueblo llamado Coarezza. Por la noche iba a llover, así que pensábamos aprovechar la única noche buena para anfibios en una zona donde podía haber sapo de espuelas (Pelobates fuscus).


Cuando estábamos a punto de salir empezó a llover, así que nos pusimos bastante contentos. ¡Por fin llovía de noche! Pero la alegría nos duro poco, ya que la lluvia se convirtió en granizo, la brisa en viento huracanado y las ramas de los árboles volaban como si estuviésemos en una competición de lanzamiento de jabalina. Nos resguardamos de la tormenta en el hotel, mientras escuchábamos las alarmas de los coches sonar y veíamos como las calles se inundaban. Al cabo de media hora, la tormenta amainó y, por supuesto, estábamos dispuestos a salir a bichear.


Nos dirigimos a las afueras del pueblo, donde vimos varios coches parados en la carretera, y es que la tormenta había tirado un árbol. Algo que hasta nos pareció divertido en ese momento. Decididos a buscar sapos, buscamos otra carretera para salir del pueblo, pero en esta también había árboles caídos, así que lo intentamos con una tercera, una cuarta, y una quinta… ¡Todas las carreteras estaban cortadas! y nosotros no podíamos salir del pueblo.

Ya no nos parecía tan divertido que hubieran caído unos pocos árboles, sobre todo, porque nuestro vuelo salía a la madrugada y no podíamos llegar al aeropuerto. Estuvimos hablando en “italochapurrini” con los paisanos del pueblo, pero ninguno sabía decirnos si protección civil abriría alguna de las carreteras.


Al cabo de un rato hablamos con los dueños del hotel, por si podían ayudarnos. El señor fue muy majo, ya que se ofreció a acompañarnos en su coche para buscar una salida del pueblo. Todavía estaban las carreteras cortadas, pero ya vimos varias patrullas de protección civil trabajando, así que recuperamos la esperanza.


Y aquí estamos. Pudimos coger el avión a tiempo, pero no bichear. Aún así, el viaje fue increíble ya no solo por los bichos que vimos, si no por los buenos momentos que pasamos juntos. Muchas gracias a Rafa, Susana y Vania por ser tan buenos compañeros de viaje.


¡Habrá que repetir pronto!


Para acabar, os dejo el listado de especies de anfibios y reptiles observadas durante el viaje.

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